“Todos los hombres pretenden ser felices…Es el motivo de todas las acciones de todos los hombres, aun de los que van a colgarse”.
Blaise Pascal
Existen 14 montañas en la tierra que superan los 8000 metros de altura. Los montañistas más osados buscan escalarlas en invierno por el gran desafío que eso implica. No obstante, de esas 14, existe una en particular a la que todos temen, ya que 1 de cada 4 personas muere tratando de conquistarla: el K2. De acuerdo con los expertos, esta es la montaña más peligrosa y difícil del mundo, debido a la escalada técnica que se necesita para llegar a la cima.
En 2017, Michael Powell, periodista del New York Times, le preguntó a Adam Bielecki, un famoso montañista polaco resuelto a escalar el K2 en invierno, por qué alguien decide hacer algo así: “Escalar es placer y es dolor; en invierno se pierde ese equilibrio. “No hay placer en estar en el Karakórum durante el invierno. Te sientes incómodo cada minuto de cada día. Pero la gran emoción de hacer historia, de lograr lo que nadie ha logrado, es inmensa, casi espiritual” (Powell, 2017).
En 2019, Nirmal Purja, un exmilitar nepalí, quien conquistó los “14 ocho miles” en solo 7 meses, haciendo un nuevo récord mundial, señaló: “Cuando tienes un gran sueño, necesitas amar lo que haces y necesitas tener un propósito y mi propósito era mostrarle siempre al mundo lo que es humanamente posible. En mi mente sentí que estaba representando el increíble esfuerzo humano”.
¿Qué motiva a estas personas a arriesgar sus vidas de forma permanente?
De acuerdo con Aristóteles, todas las acciones humanas aspiran a la eudaimonía o felicidad. Sin embargo, Aristóteles no concibe la felicidad como un estado psíquico o algo que se obtiene o experimenta. Para Aristóteles, lo que nos hace felices es la acción. Podríamos decir que la felicidad es una actividad vital o participación en algo satisfactorio(Morris, 2002).
Esto quiere decir que en la felicidad eudaimónica, las personas buscan desarrollar su potencial a través de una actividad que los desafíe y los haga luchar por un objetivo propuesto. El reto y la dificultad es la verdadera satisfacción. Los montañistas, por ejemplo, arriesgan sus vidas porque esa actividad los motiva a luchar y a perseguir una perfección. Su búsqueda se centra en demostrar la grandeza de la humanidad.
Víctor Frankl(1946) nos recuerda en su libro El hombre en busca de sentido, lo siguiente:
No debemos, pues, dudar en desafiar al hombre a que cumpla su sentido potencial. Sólo de este modo despertamos del estado de latencia su voluntad de significación. Considero un concepto falso y peligroso para la higiene mental dar por supuesto que lo que el hombre necesita ante todo es equilibrio o, como se denomina en biología «homeostasis»; es decir, un estado sin tensiones. Lo que el hombre realmente necesita no es vivir sin tensiones, sino esforzarse y luchar por una meta que le merezca la pena.
Es decir que, los seres humanos tenemos la necesidad natural de autorrealizarnos y luchar por algo más grande que nosotros mismos. Ir tras un objetivo dota de sentido nuestra existencia. Por eso es tan potente la felicidad eudaimónica, porque contiene la esencia misma de la vida: el dolor del sacrificio y la satisfacción de la conquista.
¿Por qué nos hace felices una actividad lúdica? Porque implica reto, dificultad y reglas que debemos cumplir para conseguir ciertas metas. Por ejemplo, los deportes son una gran fuente de felicidad, porque encontramos el antagonismo, el problema y la frustración que debemos superar para poder ganar.
Sin embargo, no debemos perder de vista el tipo de meta que nos imponemos. La clave de la felicidad eudaimónica está en superar desafíos hechos a la medida. Suponga que le gusta jugar ajedrez. Las partidas con oponentes de un nivel igual o superior a usted, pueden ser muy emocionantes. Jugar con alguien que sabe poco es aburrido. Pero de igual manera, si usted no es un jugador profesional, ganarle a Magnus Carlsen es una meta muy desafiante. Debemos perseguir objetivos que estén dentro del rango de nuestras posibilidades.
La eudaimonía también ha sido estudiada ampliamente desde un punto de vista sicológico. Una perspectiva muy conocida es la teoría del flujo, postulada por Mihaly Csikszentmihalyi en 1975. El flujo se podría describir como un estado de funcionamiento óptimo, en el que un individuo está completamente absorto en una tarea que tiene entre manos, hasta el punto de no darse cuenta del paso del tiempo(David et al., 2014).
Durante el flujo, el individuo no se ve a sí mismo feliz: entrar en una mentalidad evaluativa sería salir de la inmersión. Solo después la persona ve la experiencia de fluir como algo maravilloso. Csíkszentmihályi describe el flujo como autotélico, es decir, un fin en sí mismo en lugar de un medio para un fin. Él señala que fluir fomenta la evolución personal porque la actividad desafiante amplía las habilidades de una persona, promueve el afecto positivo, la creatividad, la concentración, el aprendizaje, significado y propósito en la vida, y un sentido de trascendencia o conexión con el Universo como un todo(Ibíd,2014).
Como vemos entonces, una felicidad eudaimónica está relacionada más con involucrarse en situaciones desafiantes, que con la posesión de bienes efímeros. Estos solo producen alegría momentánea. ¿Quién le puede quitar la satisfacción de mejorar todos los días en su deporte favorito? Nadie le puede quitar su habilidad cada vez mayor para la música, las matemáticas o cualquier actividad que lo llene.
La clave es saber desear, como alguna vez señaló el profesor Estanislao Zuleta: “Puede decirse que nuestro problema no consiste sólo ni principalmente en que no seamos capaces de conquistar lo que nos proponemos, sino en aquello que nos proponemos: que nuestra desgracia no está tanto en la frustración de nuestros deseos, como en la forma misma de desear. Deseamos mal. En lugar de desear una relación humana inquietante, compleja y perdible, que estimule nuestra capacidad de luchar y nos obligue a cambiar, deseamos un idilio sin sombras y sin peligros, un nido de amor y por lo tanto, en última instancia un retorno al huevo”(Zuleta, 2020, p. 1).
Lo que nos hace felices no es la satisfacción de nuestros deseos, como se suele creer. Si así fuera, ¿cómo podríamos explicar el caso tan frecuente de personas afortunadas, cuyos deseos se colman y aún así pierden el deseo de vivir?
Esos individuos son infelices porque tienen un desequilibrio entre su ser potencial y su ser actual. La distancia entre ambos seres es tan abismal, que solo hay vacío. Esa es la infelicidad, toparse de forma abrupta con un yo “convertido en puro anhelo, en propósitos irrealizados, en tendencias paralíticas y conatos reprimidos”(Ortega y Gasset, p.126, 1968).
Por eso, tal vez la mejor forma de combatir la melancolía y la tristeza es poner nuestro ser íntegro a operar y a luchar por algo que merezca la pena y que nos permita expresar nuestro ser entero. Bill Drummond tenía razón cuando dijo: “la vida es demasiado corta, para desperdiciarla buscando la felicidad”.
De acuerdo con Dan Gilbert, sicólogo de Harvard, la alegría que le traería ganarse la lotería dura alrededor de 90 días. ¿Por qué?
Porque nos hemos adaptado a esa nueva situación y la alegría inicial de obtener una gran suma de dinero se esfuma. Simplemente, nos acostumbramos.
La adaptación hedónica se refiere a la noción de que después de eventos positivos (o negativos) (es decir, algo bueno o malo que le sucede a alguien) y un aumento posterior de sentimientos positivos (o negativos), las personas regresan a un nivel de afecto básico relativamente estable(Hedonic Adaptation – an overview | ScienceDirect Topics, s. f.).
Eso sucede con todas las cosas que adquirimos. Obtenemos placer por un corto tiempo y luego volvemos a un estado emocional cotidiano. Si usted se gana la lotería alguna vez, lo único que le quedará después de un tiempo, será solo un buen recuerdo y en algunos casos, una cuenta bancaria vacía.
David, S. A., Boniwell, I., & Ayers, A. C. (2014). The Oxford Handbook of Happiness. Oxford University Press.
Frankl, V. (1946). El hombre en busca de sentido. ePubLibre. http://gen.lib.rus.ec/book/index.php?md5=DF433ED341914572CCC67B7AC416459C
Gasset, J. O. y. (2020). Obras completas. Tomo II (1916). Penguin Random House Grupo Editorial España.
Hedonic Adaptation—An overview | ScienceDirect Topics. (s. f.). Recuperado 24 de abril de 2022, de https://www.sciencedirect.com/topics/psychology/hedonic-adaptation
Morris, T. (2002). Si Aristóteles dirigiera la General Motors.
Zuleta, E. (2020). Elogio de la dificultad y otros ensayos. Ariel Colombia.
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